quinta-feira, 31 de maio de 2007

Populistas ou “mudancistas”?

O comportamento eleitoral da população no continente latino-americano vem revelando o descolamento social em relação aos partidos e caciques políticos tradicionais. As escolhas populares têm-se dado a partir do estabelecimento de bases identitárias entre o povo e as novas lideranças políticas vinculadas a blocos históricos contra-hegemônicos.

Os fenômenos eleitorais dos últimos dez anos na América Latina demonstram que a maioria pobre do povo é tocada e sensibilizada diretamente pelas políticas públicas de Estado e pela identificação com as lideranças que as desenvolvem ou que podem desenvolvê-las.

É neste contexto que se pode notar a perda relativa de influência da mídia, da “classe média” e dos “formadores de opinião” na escolha do voto feita pela maioria do povo. O cabresto, em última instância, já não é a mesma arma do poder oligárquico como antigamente.

Os governos que surgem na América Latina, em conseqüência, deflagram a transição do neoliberalismo para modelos nacionais de desenvolvimento com justiça social. Iniciam, com o atraso de séculos, a realização de mudanças emancipatórias.

A direita do continente esperneia diante dessa realidade. Não hesita em aludir ao nascimento de uma nova geração de “populistas, caudilhos e líderes totalitários” na região.

Um importante pensador argentino, Ernesto Laclau, autor do livro “La razón populista [Fondo de Cultura Econômica, 2005]”, em entrevista ao jornal Clarín de 19/05/07 sustenta que o atendimento a demandas sociais históricas não autoriza a adjetivação preconceituosa de governos ou líderes políticos que as realizam como “populistas”.

Laclau também acredita que “a ameaça para as democracias na América Latina não vem dos ‘populismos’, mas sim do neoliberalismo”.

A entrevista do Clarín, na íntegra:

El argentino Ernesto Laclau es uno de los más lúcidos filósofos de la política contemporáneos. Autor de varios ensayos —el último de ellos, La razón populista—, sus trabajos son referentes internacionales. Vive en Londres desde hace casi 40 años y dicta clases en diferentes universidades del mundo. Esta vez llegó a la Argentina invitado por Centro de Estudios sobre Democratización y Derechos Humanos de la Universidad de San Martín para participar de seminarios y coloquios y conversó con Clarín sobre la realidad política latinoamericana.

—A partir de sus trabajos el populismo dejó de ser una mala palabra para muchos. ¿Cómo hizo?

—Hice lo que los cristianos con la cruz, que era un signo de oprobio y ellos la transformaron en algo positivo. En el sentido que yo lo planteo, populismo son las demandas de los de abajo que todavía no están demasiado inscriptas en el discurso político, pero que empiezan a expresarse. Es en ese sentido que pienso que el populismo es un fenómeno positivo. Claro que esto puede ir en sentidos divergentes, porque hay populismos de derecha o de izquierda.

—Las críticas desde EE.UU. o Europa se concentran en Chávez como adalid del populismo de izquierda.

—He estado en Venezuela el año pasado y he visto cómo se va dando el proceso en esa sociedad. Antes del momento chavista esas demandas populares no se podían vehiculizar, hoy eso es posible. Antes de la llegada de Chávez lo que existía en Venezuela era un régimen superclientelístico de gestión de la cosa pública, como en la Argentina del '30. Cuando las demandas de las bases no encuentran inscripción en los modelos institucionales normales se da la identificación con un elemento trascendente que es la figura aglutinante del líder. Eso es un rasgo general de todos los regímenes populares, no sólo en América Latina. El gaullismo en Francia era un fenómeno similar.

—¿Y el exceso de personalismo de algunos gobernantes no puede amenazar a la democracia como sistema?

—No lo creo. La amenaza para las democracias en América latina no viene de los populismos sino del neoliberalismo. Los mayores atentados contra la democracia en la región han ocurrido en regímenes como el de Videla, con Martínez de Hoz o con Pinochet y los Chicago Boys, en Chile. Lo que ocurre es que en el populismo están los dos elementos, la movilización desde abajo y la identificación desde arriba. Y lo que los discursos de la derecha tratan de decir es que sólo es la identificación desde arriba con el líder lo que cuenta y no ven el proceso de la movilización desde abajo, pero los dos elementos están en tensión. Muchas veces la identificación con el líder se confunde con autoritarismo, pero puede haber identificación con el líder y movilización de masas al mismo tiempo que aumenta la participación democrática.

—¿Qué pasaría si sobreviene una crisis en los ingresos económicos de Venezuela. ¿Podría mantenerse la actual forma de gobierno?

—Yo no sé lo que pasaría, es difícil definirlo. Cuba está recibiendo de Venezuela tanto como recibía de la URSS, y eso es una buena cosa para Cuba, porque se va latinoamericanizando en la medida en que entra dentro de este proceso más global. En los años '40 Abelardo Ramos había escrito un libro, América Latina, un país, que hablaba de la posibilidad de la latinoamericanización de un proceso económico de carácter nacional y parecía una utopía absoluta. Ahora, con la conformación del Banco del Sur por ejemplo y la ruptura con el FMI y el Banco Mundial que impulsa Venezuela y también Kirchner, a su manera, estamos en una buena perspectiva.

—Kirchner también es acusado de populista...

—Yo al presidente Kirchner lo veo positivamente; no entiendo bien el sentido de esta transición a que Cristina sea presidenta, pero de todos modos no me parece mal, ella es una dirigente dura y buena y me parece que la Argentina se está orientando muy bien en las opciones latinoamericanas. La alianza de Kirchner con Chávez es perfectamente clara en esa dirección.

—¿Y cómo ve el presente del Mercosur?

—El Mercosur es la perspectiva real para América latina de avanzar hacia una alternativa respecto de la política de EE.UU. O bien se reafirma el proyecto del Mercosur y avanzamos en la dirección de una alternativa respecto de la política estadounidense o bien lo que va a ocurrir es una cooptación de los países latinoamericanos al proyecto norteamericano. Por eso es fundamental avanzar hacia un proyecto multilateralista y que la comunidad europea consiga constituirse como entidad autónoma. Si eso ocurre, proyectos como el Mercosur van a tener una forma de integración política. Pero si no se consigue y el unilateralismo de EE.UU. se impone yo creo que ...todo verdor perecerá.

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