domingo, 13 de abril de 2008

Emergencia en Haití

El pueblo de Haití ha salido a las calles: sus calles, y lo ha hecho para defender su vida.
Ha salido a protestar porque los alimentos básicos han triplicado su precio desde noviembre de 2007 aumentando dramáticamente los problemas de hambre, desnutrición y satisfacción de las necesidades elementales de la población, sin que el gobierno tome ninguna medida para evitarlo o contrarrestarlo.
Las políticas neoliberales impuestas por Washington y los organismos internacionales han llevado a Haití a una situación dramática caracterizada por la pérdida de su soberanía alimentaria, por la destrucción de la economía campesina y del potencial agrícola del país, a la desnutrición del 45 % de los niños menores de 5 años y causaron pérdidas masivas de empleo estimadas en 800 mil trabajadores del campo. Son estas políticas las que han conducido a la actual situación de emergencia.
Pero el pueblo de Haití ha salido también a protestar por la presencia y atropellos de la llamada Misión de Paz (MINUSTAH), que desde junio de 2004 ocupa su territorio. A exigir la salida de los 7 080 cascos azules que la conforman (1211 de Brasil, 1147 de Uruguay, 562 de Argentina, 502 de Chile, 114 de Guatemala en diciembre 2007), y que violan los derechos humanos con total y escandalosa impunidad, en flagrante contradicción con el mandato definido por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que le atribuye la tarea de impulsar el respeto a los derechos humanos y reforzar el sistema judicial.
La propia MINUSTAH ha tenido que repatriar recientemente a 114 soldados de Sri Lanka por encontrarlos culpables de abuso sexual y violaciones de mujeres y niñas en varias regiones del país.
Paradójicamente, el presupuesto anual de esta Misión asciende a 535 millones de dólares, el 9 % del PIB del país, mientras la población carece de lo más elemental.
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